Cuando un emprendedor decide montar una empresa, muy habitualmente decide hacer un plan de viabilidad.
El plan de viabilidad en la mayoría de los casos es un ejercicio de imaginación que muchas veces topa con la realidad, la cual lo derrumba como un castillo de naipes golpeado por la brisa.
Siempre digo que hay dos maneras de elaborar un plan de viabilidad, uno por el camino de la imaginación y otro por el camino de la investigación.
No hace falta indicar que el camino correcto es el de la investigación, a pesar de lo cual, más veces de lo deseable el aspirante a empresario toma el camino opuesto. Y es que el resultado puede diferir notablemente en función del camino tomado.
Un plan de viabilidad bien elaborado, toma datos previsionales en cuanto a ingresos, gastos, inversiones y financiación; basados en investigaciones de mercado, estudios sectoriales, informes de asociaciones empresariales, cuentas anuales de la competencia, etc.
Esos datos utilizados no son «nuestros datos reales» sino datos medios y estimados. Son una aproximación a la realidad, que luego pueden cumplirse o no.
Si bien muchos emprendedores elaboran un plan de viabilidad, en mi experiencia muchos menos negocios que ya funcionan (salvo los muy grandes o los muy profesionalizados) realizan un plan anual de empresa que guíe sus designios empresariales, a pesar de que el plan anual será mucho más realista que el plan de viabilidad porque funcionamos con «nuestros datos».
Lo que ambos tienen en común es que funcionan como una referencia, como un mapa de ruta, sobre el cual guiar nuestras decisiones empresariales.
Como puede presuponerse, hacer este tipo de planificación conlleva un esfuerzo bastante grande. Un esfuerzo que no todos están dispuestos a realizar, limitándose a reaccionar ante los acontecimientos del día a día.
Una gran ventaja que tiene el ejercicio de la planificación empresarial, es que podemos poner a prueba sobre el papel las limitaciones de nuestra estructura empresarial.
Ambos tipos de planes son una herramienta de gestión, capaz de responder preguntas:
- ¿Podemos crecer al 20%?
- ¿Lo soportará nuestra actual estructura productiva o habrá que hacer nuevas inversiones?
- ¿Nuestra capacidad financiera puede soportar un crecimiento del veinte por ciento?
- ¿Tendremos que contratar nuevo personal para llegar a nuestro objetivo?
- ¿Será necesario abrir nuevos mercados?
Pero sobre todo ambos tipos de planes, tanto los de viabilidad como los anuales permiten responder a una gran cuestión:
¿Cómo lo estamos haciendo?
Es decir, el ejercicio de planificar, con independencia de que el plan se cumpla o no, permite tener un feedback constante muy útil para la gestión de una empresa. Un feedback que nos permite anticipar problemas y gestionar de una manera más eficaz.
El departamento financiero, a través de su función de control presupuestario puede exprimir cada dato para saber con precisión las necesidades que tendrá la empresa, y con ello aportar su granito de arena a la generación de valor de la empresa.
Y tu empresa, ¿hace uso de la planificación empresarial?
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